El descontento marchó en Caracas

El descontento marchó en Caracas

Texto, fotos y videos: Vanessa Davies

Con pancartas, pitos, volantes y consignas varios miles de trabajadores activos y jubilados, y también los pensionados, se movilizaron para ratificar su decisión de luchar por un salario y una pensión iguales al costo de la canasta básica

Con un ramo de bofe en las manos, el enfermero José Antonio Cádiz se plantó cerca de uno de los cordones policiales que rodearon la marcha de pensionados y trabajadores activos y jubilados para recordarles a los funcionarios que su salario también es exiguo.

Los policías, impertérritos, cumplieron con la misión que es fácil suponer que les encomendaron: impedir el paso de la manifestación hacia la avenida Bolívar. Pero igual leyeron los carteles que les escribieron, escucharon las consignas y miraron a quienes protestaban.

La protesta que este 23 de enero salió de Plaza Venezuela para llegar a Parque Carabobo volvió a reunir a miles de personas descontentas.

Todos caminaron para exigir un salario y una pensión acordes con el costo de la canasta básica; algunos se movieron para ratificar la situación de derechos humanos en Venezuela, y otros lo hicieron para solicitar un cambio de gobierno y la salida del mandatario Nicolás Maduro.

En el asfalto caraqueño se encontraron con pitos, pancartas, volantes y hasta tapas de ollas. Un salario mínimo de 130 bolívares (menos de ocho dólares al mes), y una pensión del mismo monto han atizado la molestia de activos y jubilados. El sueldo no permite cubrir ni el traslado a los centros de trabajo, porque el pasaje mínimo subió a seis bolívares «de ahí mismito».

A figuras emblemáticas, como la «abuela del casco rojo» y sus carteles originales para cada protesta, se sumaron otras, como el señor de la bandera.

Edward Ocariz llevaba una pancarta en la que escribió la definición de genocidio y llamó a denunciar ante la Corte Penal Internacional. «Tenemos que negociar un cambio de política, un cambio de gobierno. Tenemos que negociar porque ellos tienen el poder económico, el poder de las armas, el poder de los paramilitares que conocemos como colectivos. Ellos tienen el poder, la agresividad y los tribunales a su favor», opinó. «Hacemos un llamado a denunciar ante la CPI todos los delitos de lesa humanidad antes del 7 de marzo».

Roberto Carpio, dirigente de jubilados del Ipasme, recordó que las protestas comenzaron hace más de cuatro años «a raíz del memorándum 2792, con el que nos metieron la mano en el bolsillo y eliminaron las contrataciones colectivas. Los derechos que habíamos adquirido después de largos años de lucha hoy vemos cómo este gobierno neoliberal ha acabado con todo».

-¿Por qué seguir marchando?

-Seguiremos marchando hasta lograr nuestros objetivos, que van más allá de la reivindicación económica. Es también la social. La seguridad social de los trabajadores y del pueblo en general que hoy día no gozamos de buenos servicios, no gozamos de una buena educación. Estamos en la calle como hace 65 años. Hoy es la misma traición del 23 de Enero de 1950. Hoy podemos decir que la de Rómulo Betancourt y Maduro es la misma traición, el mismo Pacto de Punto Fijo pero remozado con Fedecámaras, aliado de este gobierno.

-¿Qué cosas quieren cambiar?

-Queremos lograr la libertad de los trabajadores presos, de los luchadores sociales. También, como dice el artículo 91: el trabajador debe devengar un salario que le permita vivir suficientemente, con dignidad, igual a la canasta alimentaria. Y la canasta alimentaria pasa de los 400 dólares.

-¿Qué responden a la posible propuesta de 50 dólares?

-Es una barrabasada y nos negamos a aceptar esa propuesta de flexibilización laboral, porque también pretenden eliminar las prestaciones sociales. En la práctica ya las eliminaron. Nicolás Maduro dijo el año pasado que les iba a pagar las prestaciones a los trabajadores jubilados de 2018 a 2022 en tres partes, y yo respondí «tarde, nunca y jamás». Pero creo que podrá ser tarde pero nunca y jamás, porque este pueblo en la calle va a hacer que las prestaciones sean pagadas a los trabajadores.

-¿No van a renunciar a prestaciones?

-No.

-¿Pago de bonos?

-La bonificación del salario ha venido a estropear las reivindicaciones de los trabajadores. A uno le pudieran dar un bono mensual de mil bolívares pero eso no cuenta para las utilidades, para vacaciones y mucho menos para prestaciones. La bonificación del salario ha sido para matar la aspiración de los trabajadores de tener una vida digna.

Matilde, jubilada de Corpoelec, marchó con la bandera de Venezuela en las manos y acompañada por el dirigente sindical José Marcano, del sindicato de agricultura y tierras. Contó que estuvo 38 años en la administración pública «en todas las áreas».

-¿Con cuánto la jubilaron?

-Con 145 bolívares.

-¿Cómo vive?

-Porque mi hija me manda. Si no…

-¿Qué quiere lograr con la protesta?

-La libertad de Venezuela y que los sueldos sean en dólares. Así como ellos tienen dólares en los bolsillos.

«Estamos protestando por el sueldo. Es un motivo muy, muy grande para salir a la calle, porque no alcanza para nada y eso lo sabemos todos», subrayó una jubilada. «Pero también estamos protestando porque en 1958 se hicieron cosas clandestinas y pudimos salir de la dictadura; hoy día, que el pueblo está en la calle, no hemos podido salir del gobierno. Hay dos maneras de protestar: la silenciosa o con el pueblo en la calle. Y el pueblo está en la calle».

-¿Qué esperan conseguir?

-Que el señor (Maduro) se ablande, que el señor reflexione. Porque si él no se quiere ir entonces debe ser noble con su pueblo, y no con el pueblo opositor, sino con el pueblo que lo apoya a él y que también sufre las mismas carencias que sufrimos nosotros.

La de este lunes no fue la primera protesta de 2023. Tampoco será la última, como lo confirmaron los dirigentes gremiales y sindicales. El pasado viernes el dirigente José Marcano aseveró que después del 23 de enero «seguiremos las protestas» hasta que haya respuestas.

 

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