Recibido de Argentina
Daniel Blake y Rodolfo Estivill
En distintos países ocurren muertes evitables de personas mayores.
¿Acaso serán tan disímiles las situaciones?
Ayer después de algunos contratiempos pude ver la película británica “Yo Daniel Blake”.
En una apretada síntesis, el personaje central es un carpintero viudo, con edad próxima a jubilarse , quien se venía desempeñando en una empresa y tras la emergencia de una afección cardiológica debe dejar su puesto, pasando a cobrar un seguro otorgado por la seguridad social que no le alcanza para cubrir sus gastos.
Dicho subsidio, hasta tanto se recupere de su afección y pueda volver a su puesto de trabajo le es ofrecido por el Gobierno, con una serie de condicionalidades atroces .
Dentro de las penosas y alambicadas tramitaciones, producto de sus intentos por acceder a dicha cobertura, debe testimoniar de modo fehaciente, sobre búsquedas de trabajo, toda vez que el porcentaje que deviene de su enfermedad no acredita para una cobertura por invalidez, con el agravante contradictorio que por consejo de su médica, no puede volver a trabajar .
En el seno de las kafkianas postas que debe cumplir se encuentra con funcionarios que supeditan sus respuestas a la opinión de “decisores” y la aplicación “penalidades varias” ante las esperables transgresiones que comete.
Finalmente y ante la falta de respuestas adecuadas desde el Gobierno, Daniel Blake decide escribir con aerosol en las paredes de la oficina de la Seguridad Social, sobre los atropellos recibidos y su vocación de protestar de ese modo hasta que satisfagan sus reclamos.
Por dicho motivo resulta llevado por la fuerza, a una Delegación Policial advirtiéndole de los daños que todo eso le estaba reportando a su persona y también a las tramitaciones que había encarado.
Finalmente consigue una audiencia ante la Seguridad Social para reconsiderar su caso y antes de concretarla muere en el baño de la Dependencia Oficial por una crisis cardíaca.
En el “funeral para pobres” que le organizan sus conocidos, su mejor amiga Katie, una madre soltera que debió prostituirse para lograr alimentar a sus hijos, da lectura de una carta que Daniel pensaba leer en la entrevista que nunca llegó a concretar.
A través de este medio declaraba que, él Daniel Blake, siempre había honrado sus compromisos con el fisco, no había cometido ningún crimen, no quería limosnas y sobre todo que no se consideraba como un perro, por el contrario sentía que sus reclamos tenían como origen sus derechos.
Cabe recordar que en el mes de abril del año 2012 un jubilado se suicidó frente ala Sede del Parlamento Griego dejando dos notas clavadas en árboles que entre otros conceptos, decían “Ya es suficiente” y “¿Quién será la próxima víctima?”.
En un vertiginoso giro hacia nuestra realidad, en esta última semana de junio, se suicidó en la Sede de la ANSES de Mar del Plata un jubilado de 91 años ex médico cirujano y viudo, de nombre Rodolfo Oscar Estivill con algunas dolencias físicas (podía moverse con la ayuda de un bastón), quien cobraba 27 mil pesos por mes producto de su jubilación y de la pensión de su esposa.
Este hecho, filmado por un trabajador de ANSES, fue aprovechado para ser utilizado por el sistema político, en la previa de las elecciones PASO de nuestro país.
Todos los medios al unísono cuando acece un hecho de muerte que afecta a una persona mayor, hinca sus dientes para tratar de llevarse la mejor presa informativa como ocurrió en este caso, para luego desentenderse de la complejidad de su trama explicativa causal.
Los políticos aprovecharon para relacionarlo con sus intereses de turno y los medios a mitad de camino para explicar la muerte del “jubilado argentino” como producto de razones elementalistas como ser el drama de los haberes previsionales o la soledad de esta persona como agentes exclusivos de la tragedia.
Cabe destacar que informar sobre la muerte de un jubilado vende más que sobre el deceso de Rodolfo Oscar Estivill, esto algunos comunicadores, lo asocian con la conceptualización de los rasgos diacríticos como aquellos aspectos parciales, que terminan anclando la identidad y el reconocimiento de hechos un poco más complejos.
A fin de colaborar con el grupo de los mensajeros que traen malas noticias y en aras de contribuir con el pensamiento gerontológico crítico, creo que pueden sumarse otros elementos de análisis a los expuestos.
El suicidio de una persona siempre dice cosas a los otros y por ello es objeto de una gran polémica al interior de la Psicología Social, dado que para algunos es un síntoma de debilidad patológica y para otros representa el que tiene la valentía de “decir”.
En cada uno queda la opinión por asumir sobre este hecho.
En distinta latitudes y con disímiles desarrollos sociales y económicos , los mayores son objeto de innumerables grados de maltrato y de abuso por parte de la Sociedad, desbordando los límites de la Seguridad Social.
Hace tiempo que el Defensor de la Tercerea Edad de la CABA viene denunciando la falta de sustentabilidad del Sistema Previsional Argentino y la crisis del Sistema Sanitario que cubre a este sector cronológico.
A modo de ejemplo la ANSES (cuya sede de Mar del Plata fue elegida por Rodolfo para suicidarse) en sus aspectos de financiamiento para cubrir la demanda de las prestaciones vigentes, acude al IVA y al impuesto a las Ganancias entre sus más importantes apoyos, para responder al 50 % de sus compromisos.
El PAMI arrastra una deuda de miles de millones de pesos por lo que esta “empeñado” en un ajuste que fundamentalmente resiente la calidad de sus prestaciones.
La postura del Dr. Eugenio Semino no ha sido considerada orgánica, programática ni responsablemente por ninguna fuerza política mayoritaria.
La crisis que sufren los adultos mayores tiene aspectos referidos en la desigualdad social reinante, la falta de reconocimiento de este grupo poblacional (cuyos miembros pierden el nombre detrás del apelativo generizante de jubilados) y la ostensible falta de representación del sistema político en su conjunto, que Ha decidido con asumir r el serio, los problemas de los mayores.
No resulta aventurado sostener que nuestra sociedad se expide a favor de la Inseguridad Social y que todos en mayor o menor medida apostamos por el sostenimiento de las diferencias y de las inequidades ante el temor de caer desde aquellas escalas sociales por donde transitamos o fantaseamos ocupar .
Por ello creo que en Primera Persona cual predica el título de la película mencionada, y como diera comienzo con su postrer alegato trocado en epitafio: Yo Daniel Blake sería justo que dijéramos Yo, Rodolfo Oscar Estivill.
CABA, 2 de julio 2017
Roberto Orden